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Corporaciones ejecutivo guardaespaldas

Vida corporativa

Las corporaciones modernas del 2020 son muy similares a las de finales del siglo XX, sólo que más grandes y mucho más autónomas. Casi son como naciones, con sus propias leyes, ciudades, fábricas y ejércitos. La mayoría de las corporaciones del 2020 son multinacionales, esto es, tienen sucursales y explotaciones por todo el mundo. Estas sucursales pueden ser tan pequeñas como unas instalaciones de investigación o una oficina de ventas, o tan grandes como unas industrias manufactureras importantes o un centro de seguridad.

Hay dos clases de compañías: públicas y privadas. Una corporación pública puede vender acciones al público. Las acciones están a la venta en cualquier oficina de la Bolsa Mundial de Valores, y cualquiera con suficiente dinero puede comprarlas. Las corporaciones privadas son como negocios de familia. Todas las acciones (y por tanto todo el poder) está concentrado en las manos de unos pocos, generalmente socios, parientes o un individuo extremadamente poderoso.

La mayoría de las corporaciones son fabricantes. Producen algún tipo de artículo para vender en el mercado abierto. Petróleo, acero, coches, aeronaves, armas, ordenadores, equipos cibernéticos, biotecnologías; éstas son sólo unas pocas de los millones de explotaciones corporativas. Muchas corporaciones tienen varios productos en el mercado. Pueden controlar plantas químicas en Europa, fábricas de computadores en Japón y explotaciones siderúrgicas en EE.UU.

Medios de comunicación

Las corporaciones dedicadas a los medios de comunicación merecen especial atención. Estos grandes conglomerados surgieron de una tendencia de finales de los 80, cuando ciertas firmas compraron emisoras de televisión, productoras filmográficas, compañías de discos, emisoras de radio y editoriales de libros, revistas e incluso cómics, centralizando con efectividad los medios bajo el control de muy poca gente.

El entretenimiento se ha convertido en genérico y anodino. El material impreso es monótono, ya que cientos de revistas son editadas por la misma compañía. Las opiniones contrarias y las producciones independientes son enterradas bajo una avalancha de propaganda publicitaria o, aún peor, coartadas o destruidas por las salvajes prácticas competitivas de las megacorporaciones. El efecto sobre las noticias y la información es todavía peor. Los candidatos políticos se han dado cuenta de que los contactos apropiados con el ejecutivo adecuado pueden hacer ganar eleciones. De hecho, las corporaciones de medios de comunicación casi seleccionan, empaquetan y venden a sus propios candidatos. Aunque ningún gobierno importante esté aún controlado por una corporación de este tipo, la mayoría de los socioanalistas sospechan que es cuestión de tiempo.

Agricorporaciones

La Era de la Granja Familiar terminó en los 90. Los EE.UU. siempre habían sido el primer productor mundial de alimentos. Debido a la creciente necesidad de grano y cosechas masivas para crear combustibles alcohólicos y plásticos orgánicos, los negocios agrícolas se han convertido en una de las fuerzas más poderosas en los EE.UU. después de la crisis.

Las corporaciones agrícolas ahora controlan (directa o indirectamente) cerca del 65% de todas las tierras de labranza en los EE.UU., alimentando aproximadamente a la tercera parte de la población mundial y abasteciendo de combustible y plásticos orgánicos a las dos terceras partes. Cuando el mundo tecnológico sufrió una accidentada conversión al pasar de sus menguantes reservas petrolíferas a las formas avanzadas de metanol, etanol y meta-alcohol, muchos de los principales productores de petróleo compraron tierras cultivables y cambiaron sus refinerías para producir combustibles orgánicos. Por esto, una lista de las agricorporaciones más importantes parece el Quién es Quién de las corporaciones energéticas.

Reparto de poder corporativo

La corporación moderna suele estar organizada en una inmensa jerarquía, con un Presidente del Consejo de Directores en lo alto y una enorme masa de trabajadores al final. En medio, uno se encuentra en el reino del ejecutivo, un luchador buscador de objetivos de clase media, con la única meta de acaparar tanto poder y privilegios como sea posible. El ejecutivo medio comienza como ejecutivo junior, dirigiendo un proyecto en particular o a un grupo de personas. En el siguiente nivel, te conviertes en un Supervisor, que controla un departamento o área de produción específica. Las luchas más importantes comienzan a partir de aquí. Solo los Supervisores extremadamente sobresalientes son ascendidos al puesto de Vicepresidente Auxiliar, donde controlan fábricas enteras u otras explotaciones. Estos son, a su vez, ascendidos a Vicepresidentes, que controlan divisiones enteras de la compañía. Cerca de la cima está el Vicepresidente Ejecutivo, que es el que de hecho dirige la corporación. Su jefe es el Presidente, que responde sólo ante el Consejo de Directores (los accionistas principales) y al Presidente del Consejo.

Teóricamente los ascensos en la corporación se basan en los méritos. En realidad, en el mundo corporativo abunda el nepotismo, los chanchullos, los lameculos, los fraudes, las mentiras y los robos de méritos. La extorsión, el chantaje y las conspiraciones son comunes.

Uno de los factores más preocupantes en esta red corporativa de reparto de poder es el papel del crimen organizado. Las familias más importantes de la Mafia y otros grupos criminales se dieron cuenta en los años 90 de que las nuevas corporaciones representaban un nuevo campo de oportunidades sin precedentes y empezaron a ofrecer sus servicios como guardaespaldas, pistoleros y demás. Esta pauta se había establecido previamente entre los zaibatsu (familias corporativas) japoneses, que contrataban habitualmente ninjas (asesinos) y yakuzas (gangsters) para realizar sus operaciones encubiertas. En algunos casos, los secuaces permanecían fieles (al menos a la gente que les pagaba más). En otros casos más desafortunados, los pistoleros habían tomado el control directo de las corporaciones, lo que condujo a una nueva era de disputas entre corporaciones ni siquiera estorbada por un simulacro de legalidad.

Contratos de empleo

En el salvaje mundo de los Grandes Negocios, no es extraño para un ejecutivo saltar de firma en firma, buscando un gran éxito. Para prevenir esto, la mayoría de las corporaciones piden a sus empleados que firmen Contratos de Empleo, especificando cuánto tiempo deben trabajar para la firma. Los contratos pueden ser de un año para un ejecutivo de bajo nivel, o incluso de por vida, para un investigador clave o un presidente.

Los castigos por romper contratos de empleo son extremadamente severos, que van desde restricciones salariales a pleitos y pérdidas de licencias (en el caso de abogados o médicos). También se sabe que las corporaciones utilizan software de sabotaje y trampas mortales para asegurarse la lealtad de su personal. El chantaje es habitual. Se cuenta con el asesinato y el secuestro.

Esto hace de la caza de talentos (contratar el equipo de otra compañía) un juego mortal del gato y el ratón. La mayoría de las corporaciones tienen sus propios "equipos de extracción" de Mercenarios que, como la KGB o la CIA, organizan "deserciones" de personal clave de un lado a otro. La caza de talentos puede ser letal, ya que la mayoría de las corporaciones utilizarán cualquier medio a su alcance para detener a un equipo de extracción rival.

Corporaciones y gobiernos

Corporaciones ejecutivo

Desde la Crisis del 96, los gobiernos del mundo se han encontrado con la incómoda posición de tener que permitir a las corporaciones multinacionales más de lo que les gustaría. La multinacional moderna suele llegar a un acuerdo con el gobierno local reglamentando mínimamente los salarios y sobornando a la gente de control de contaminación y seguridad del producto. Algunas veces este acuerdo puede ser tan simple como un soborno en el lugar apropiado, o el apoyo militar al dictador local. En los EE.UU. más sofisticados, las corporaciones van con cuidado, quitándose de en medio para esconder sus operaciones ilegales y sometiéndose en sus operaciones más visibles. A nivel local, esto frecuentemente consiste en intercambiar poder, dinero e influencias con los líderes apropiados; un juez o un jefe de policía aquí, un senador o congresista allí.

Una excepción importante al dominio corporativo es la Unión Soviética. A pesar de su interés en adquirir tecnologías occidentales, los soviéticos han evitado que la mayoría de las corporaciones se establezcan políticamente dentro de su ámbito.

La mayoría de las oficinas corporativas tienen un estatus equivalente a una embajada nacional, con empleados que llevan pasaportes internacionales y tarjetas de identificación emitidas por las corporaciones (mucho mejores que las que puede producir casi cualquier gobierno). Desde el desafortunado Asunto Yasubisu de 1997 (en el cual guardias de la corporación Arasaka mataron a 24 policías franceses que intentaban asaltar las oficinas de París para detener a un ejecutivo acusado de violación), la mayoría de sucursales corporativas mantienen la política de enviar a los empleados convictos a la oficina central de la compañía. Allí, los negociadores de la compañia acordarán extraditar al delincuente a la nación donde tuvo lugar el delito.

Bolsa Mundial de Valores

La corporación moderna se basa en sus acciones. Las acciones son esencialmente una porción de los fondos de la compañía, que pueden negociarse y venderse. Las corporaciones venden acciones a personas externas para conseguir fondos, que pueden utilizar para financiar sus actividades. Como accionista, especulas con que las acciones que posees (que son un porcentaje del valor de la compañía) aumentarán de valor cuando los fondos de la compañía suban su valor. Por ejemplo, si en 1975 CyberComputer valía 100$ y tu poseías el 20% de la compañía, tus acciones valdrían 20$. Ocho años después, cuando Cyber valga dos millones de dólares, ese mismo 20% valdría ahora 400.000$. Por otro lado, si CyberComputer quiebra, esas acciones no valen nada.

Cuantas más acciones tengas, más control tendrás sobre los fondos y actividades de la corporación. La causa de esto es que cada parte que poseas es igual a un voto que influye en lo que se hace en la compañía. Como regla general, si posees más del 50% de las acciones de la compañía, tienes el voto mayoritario. Este voto puede ser usado para elegir o despedir a los líderes de la corporación, controlar las decisiones e incluso forzar la fusión con otra compañía.

La forma básica de la posesión de acciones corporativas difiere poco de las primeras bolsas de valores del siglo XX (lugares donde la gente va a comprar, vender o negociar en las acciones de las compañías). Lo que ha cambiado es la escala de las operaciones. Las bolsas de valores de Londres, Tokio, Nueva York y otras ciudades se fusionaron a finales de los 90 en una gigantesca Bolsa Mundial de Valores. Se estableció una moneda de intercambio general (conocida como Eurodólar) y se impuso un sistema comercial sobre las distintas bolsas mundiales.

Aunque hay agencias de bolsa por todo el mundo, las principales oficinas de bolsa están en Londres, París, Zúrich, Tokio, Nueva York, El Cairo, Roma y San Francisco. Sin embargo, con la creación de la Red (la extensa red de comunicaciones que envuelve el planeta), la capacidad de comprar, vender y negociar en acciones se ha extendido a casi todo el mundo. Los inversores ahora pueden utilizar sus redes telefónicas para contactar con sus agentes a cualquier hora y desde cualquier lugar. Incluso desde las junglas más remotas. El negocio de hacer millones en el Mercado nunca había sido tan universal. Nunca el Mercado había estado equilibrado sobre el filo de una hoja de afeitar entre la riqueza más increíble y el desastre económico mundial.

Espionaje y actividades secretas

En el siglo XXI, casi cualquier corporación emplea al menos una fuerza de operativos secretos altamente cualificados, especializados en espionaje, contraespionaje, sabotaje y contraterrorismo. En casos extremos, no son raras medidas como el asesinato y el terrorismo, ya sea contra otras corporaciones o dentro de la estructura corporativa.

No es un fenómeno completamente nuevo. Durante muchos años, los poderosos complejos industriales japoneses, o zaibatsus, eran conocidos por emplear secretamente clanes ninja en muchas de sus operaciones encubiertas. Estos contactos se remontan al pasado distante, cuando muchos de esos clanes servían a los ancestros feudales de los señores de los zaibatsu. Las operaciones encubiertas que necesitan músculos y poca sutileza solían delegarse en varios grupos mafiosos japoneses, varios de los cuales tenían intereses completos o parciales en las mismas corporaciones. Cuando las corporaciones occidentales empezaron a adoptar varios métodos de dirección y producción, fue un paso sencillo para estas compañías adoptar o crear sus propias fuerzas "ninjas". Esta referencia histórica puede ser el motivo de que los asesinos y los espias a sueldo corporativos sean conocidos en la calle con términos como ninja, samurai, ronin y yakuza.

Un grupo corporativo de operaciones secretas suele componerse de especialistas en armas, técnicos en computadoras y varios pistoleros a sueldo. Casi todas estas fuerzas encubiertas están cibermejoradas con la mejor tecnología disponible. Los grupos de acción encubierta buscan en los barrios bajos y los suburbios reclutar a jóvenes criminales, prometiéndoles sueldos altos, los mejores implantes y una vida de glamour y aventura.

Guerras corporativas

Aunque la mayoría de los aspectos de la competición entre corporaciones permanecen en el nivel económico, hay casos en los que se traslada a la arena de la guerra real. No son guerras declaradas per se, pero tienen todos los aspectos de las guerras reales, con misiles, vehículos blindados, reactores y tropas cibernéticas de a pie.

Por su propia naturaleza, una guerra corporativa debe ser secreta (muy pocos países permitirían que dos compañías se destrozaran en su territorio). Antes, la mayoría de las corporaciones contrataban grupos terroristas para que atacaran objetivos enemigos. Estos grupos se volvieron poco fiables y las compañías comenzaron a crear fuerzas de combate camuflado para asemejarse a un grupo terrorista. Muchos grupos terroristas como los infames Ejército de la Bandera Roja o los Nuevos Hijos Arios son fuerzas de asalto corporativas totalmente equipadas, cuyos ataques aparentemente aleatorios sobre edificios y fortalezas rivales son acciones de guerra secreta.

Una guerra corporativa nunca dura más de lo necesario. Si la actividad combativa llega a ser evidente, hay enormes posibilidades de intervención gubernamental. Aunque ningún ejército corporativo es lo suficientemente poderoso para desafiar directamente a un gobierno importante, hay informes de naciones más pequeñas que han capitulado ante el poder de estos ejércitos.

Primera guerra corporativa

Artículo principal: Primera guerra corporativa

Segunda guerra corporativa

Artículo principal: Segunda guerra corporativa

Tercera guerra corporativa

Artículo principal: Tercera guerra corporativa

Cuarta guerra corporativa

Artículo principal: Cuarta guerra corporativa

La ciudad corporativa

Corporaciones ejecutivos Arasaka

En los 60 y los 70, el malestar y los conflictos sociales desgarraron las principales ciudades de América, dejando como consecuencia edificios incendiados, fábricas desiertas y negocios arruinados. La mayoría de las corporaciones importantes trasladaron sus explotaciones a polígonos comerciales y galerías suburbanas.

Pero cuando los precios de la propiedad inmobiliaria empezaron a subir y los suburbios se superpoblaron, las compañías principales empezaron a reconsiderar sus estrategias. A mediados de los 80, las corporaciones cooperaron con los ayuntamientos para rehabilitar los centros de las ciudades. Las corporaciones proporcionaban el dinero para edificios nuevos, galerías comerciales y zonas de comunidades modelo, mientras el gobierno ofrecía incentivos en los impuestos, terrenos baratos y protección policial. En 1989 muchos "centros de ciudad" en los EE.UU. (por ejemplo Nueva York, San Francisco, Baltimore y Boston) habían experimentado este proceso de "aburguesamiento".

El costo humano de esta reestructuración consistió en el desplazamiento de los "indeseables" de los barrios bajos. Los pobres, traficantes de droga, chulos, pandilleros y demás gente de la calle fueron expulsados del centro de la ciudad, creando una región limitada a un lado por los prósperos suburbios y al otro por el reluciente centro de la ciudad. Este efecto "donut" tuvo otro efecto complementario sobre la comunidad. Al empujar a los habitantes de los barrios bajos entre estas dos áreas, las tasas de crimen en esta región central comenzaron a dispararse. Las bandas callejeras se lanzaban habitualmente en la zona situada entre los barrios de la clase media y la zona centro de ciudad modelo para atacar a nuevas víctimas.

A mediados de los 80, las corporaciones solían contratar patrullas de guardias para apoyar a las sobrecargadas fuerzas policiales municipales. Esta policía corporativa estaba bien pagada y tenía acceso al mejor equipamiento disponible. Cuando los servicios policiales empezaron a desplomarse en los EE.UU., muchas ciudades tuvieron que contratar fuerzas corporativas, haciendo que desempeñaran la labor de defensores municipales de la ley.

Las corporaciones tenían la misma tarea. Despiadadamente, equipaban a sus unidades con los mejores blindajes y armas. Cuando se efectuaba una detención, hacían el mejor uso de su considerable talento legal y de sus influencias para asegurarse los castigos más severos. Cuando no era posible un arresto, recurrían a los policías más duros. Pandillas enteras quedaban diezmadas en una sola noche con equipos de armas pesadas y vehículos blindados. Los cuerpos terminaban generalmente en una fosa, y el personal legal acordaba tapar silenciosamente el incidente.

En el siglo XXI, las corporaciones normalmente controlan el centro de la ciudad y una gran porción de las urbanizaciones exteriores. Para facilitar sus viajes de cercanías, muchas de las megacorporaciones han instalado ferrocarriles ligeros en el subsuelo de la ciudad y los barrios exteriores, bien protegidos. Patrullados por guardias corporativos, vigilados por cámaras y los sensores más sofisticados, estos ferrocarriles siempre están limpios, tranquilos y sin delincuencia.

Barrios corporativos

En 1990, una casa de dos habitaciones costaba 200.000$; más de lo que muchas familias podían gastar. Como las corporaciones luchaban por los empleados cualificados, se dieron cuenta de que un hogar a buen precio podía fácilmente ser uno de los complementos que ofrecer a un futuro trabajador. Pronto, en los EE.UU. y en el extranjero, las corporaciones empezaron a construir o comprar zonas urbanizadas, que eran ofrecidas a los miembros de la compañía con precios drásticamente reducidos.

En 1995 se alcanzó una etapa posterior de desarrollo, cuando el Tribunal Supremo falló, en la histórica sentencia Tennicorp contra Davis, que, si bien una corporación no podía restringir la venta de alojamento por la raza, credo o color, tenía el derecho de ofrecer alojamiento a sus empleados con preferencia. Como resultado, muchas zonas de barrios corporativos están habitualmente ocupadas por ejecutivos de clase media-alta con sus familias. Aunque se componen de una enorme variedad de razas, religiones y nacionalidades, todas las comunidades corporativas comparten un origen común: la Compañía.

Ver también

  • Corporaciones de Cyberpunk 2013.
  • Corporaciones de Cyberpunk 2020.
  • Corporaciones de Cyberpunk v3.0.
  • Corporaciones de Cyberpunk Red.
  • Corporaciones de Cyberpunk 2077.

Fuentes

PONDSMITH Mike, FISK Colin, MOSS William, RUGELS Scott, FRIEDLAND Dave y BLUM Mike, Cyberpunk 2020, segunda edición de Cyberpunk, M+D Editores, Madrid, primera edición en español: diciembre de 1993, traducción del inglés al castellano por Óscar Díaz García, 256 p., 28x21 cm, rúst., ISBN 84-88765-01-0.

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